Signos de fecundación del óvulo por el esperma
La implantación es un proceso en el que un embrión en desarrollo, que se desplaza como blastocisto por el útero, entra en contacto con la pared uterina y permanece unido a ella hasta el nacimiento. El revestimiento del útero (endometrio) se prepara para que el blastocisto en desarrollo se adhiera a él mediante muchos cambios internos. Sin estos cambios no se produce la implantación, y el embrión se desprende durante la menstruación. Esta implantación es exclusiva de los mamíferos, pero no todos los mamíferos la presentan. Además, de los mamíferos que presentan implantación, el proceso difiere en muchos aspectos entre los mamíferos en los que las hembras tienen ciclos estrales y los mamíferos en los que las hembras tienen ciclos menstruales. Las hembras de las distintas especies de primates, incluido el ser humano, tienen ciclos menstruales y, por tanto, procesos de implantación similares.
Antes de que comience la embriogénesis, el ovario libera un óvulo no fecundado, llamado ovocito, que se desplaza por la trompa de Falopio. El óvulo está envuelto en una matriz extracelular llamada zona pelúcida. Los espermatozoides pueden fecundar el óvulo en la zona pelúcida (ZP), lo que impide que el óvulo fecundado, llamado cigoto, se adhiera a la pared de la trompa de Falopio. Si el cigoto se implanta en cualquier zona distinta del útero, el resultado es un embarazo ectópico. Esta situación impide el desarrollo completo del embrión y puede provocar una hemorragia mortal en la mujer embarazada.
Lugar normal de implantación en el útero
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La implantación se produce cuando un óvulo fecundado, o blastocisto, se ha adherido al revestimiento de la pared uterina. Marca el inicio del embarazo. La comunidad médica, incluido el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos y los Institutos Nacionales de Salud, coinciden en que una persona no está embarazada hasta que se produce la implantación. Desde el punto de vista médico, el éxito de la implantación (no la fecundación ni la concepción) equivale al inicio de un embarazo.
Si mantienes relaciones sexuales sin protección en cualquier momento desde unos cinco días antes hasta 24 horas después de la ovulación, puede producirse la concepción. Después de la concepción, el proceso de quedarse embarazada sigue durando varios días, porque el óvulo fecundado (ahora llamado blastocisto) acaba de empezar su largo viaje.
4 etapas de implantación
En el ser humano, la implantación es la etapa del desarrollo del cuerpo en la que el blastocisto eclosiona como embrión y se adhiere a la pared del útero, como conceptus. Una vez que esta adhesión es exitosa, se considera que la mujer está embarazada y el embrión recibirá oxígeno y nutrientes de la madre para crecer.
Para permitir la implantación, el útero experimenta cambios para poder recibir al conceptus. Entre los cambios se encuentran las modificaciones de las células del endometrio para ayudar a la absorción del líquido uterino; los cambios en el grosor del endometrio y el desarrollo de su suministro de sangre, y la formación de la decidua.
La ventana de implantación es un periodo de unos cuatro días en el que el endometrio (el revestimiento del útero) experimenta cambios que hacen posible la implantación[2]. La ventana de implantación se produce unos 6 días después del pico de los niveles de la hormona luteinizante. Con cierta disparidad entre las fuentes, se ha afirmado que ocurre desde siete días después de la ovulación hasta nueve días después de la ovulación,[3] o los días 6-10 postovulación.[4] En promedio, ocurre durante el día 20 al 23 después del último período menstrual.[5]
Implantación del embrión
Partiendo de la base de que los principales factores que influyen en la implantación son el embrión y el útero femenino, se han realizado enormes progresos en el campo de la embriología, lo que ha permitido conocer y clasificar los embriones tanto morfológica como genéticamente. Esto ha aumentado la información que tenemos sobre su capacidad de implantación.
Sin embargo, se ha avanzado poco en cuanto al factor uterino. Cuando un útero tiene una anatomía aparentemente normal, parece que se desarrolla con normalidad y además tenemos embriones con una capacidad óptima para implantarse, ¿por qué no se implantan? ¿Por qué no llevan a un embarazo exitoso? Evidentemente, la personalización es muy importante en estos casos, pero sabemos que un análisis más exhaustivo del útero podría acercarnos a la clave del asunto.
Las contracciones uterinas son fisiológicas. Es decir, tiene que haber contracciones uterinas (movimiento en el músculo) durante el proceso de implantación para que éste progrese adecuadamente. Las contracciones uterinas funcionan de la misma manera que el corazón cuando se contrae con cada latido. Si las contracciones del corazón son irregulares, pueden provocar problemas cardíacos. Lo mismo puede ocurrir con el útero. Unas contracciones demasiado numerosas e irregulares o que no se produzcan en la dirección correcta pueden impedir una implantación correcta.